SI EMPIEZO UN NEGOCIO, ¿QUÉ ME INTERESA, PERSONA FÍSICA O JURÍDICA?

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Determinar la forma en la que pones en marcha tu negocio va a depender de una serie de factores económicos, personales y comerciales, aunque sí hay ciertas pautas y criterios que pueden ayudar a la hora de elegir la forma que mejor se adapta a las necesidades del negocio.

La principal desventaja del empresari@ individual respecto a las personas jurídicas se centra en su responsabilidad ilimitada, ya que puede llegar a responder con su patrimonio personal por las deudas frente a terceros, mientras que las personas jurídicas, como su nombre indica, tiene limitada su responsabilidad y, por tanto, sólo responde con el patrimonio de la sociedad.

En cuanto a los trámites y costes de constitución como autónom@ son más baratos y sencillos que los de la persona jurídica y más rápido ya que una sociedad puede demorarse entre 5 y 30 días.

Los costes de gestión en el caso de l@s autónom@s suelen ser más bajo que en las personas jurídicas debido a que su contabilidad es bastante más sencilla.

En lo relativo a la aportación económica, la creación de una persona jurídica, en la modalidad de Sociedad Limitada, exige aportar un capital social de al menos 3.000 €, mientras que como autónom@ no es necesaria ninguna aportación dada la responsabilidad ilimitada que asume, tal como mencionamos anteriormente. Pero ese dinero no se queda bloqueado, lo puedes utilizar para lo que necesites de tu negocio.

A nivel tributario, el autónomo tributa por el IRPF, un impuesto progresivo en el que con grandes beneficios, el tipo a aplicar es mayor que en el caso del impuesto de sociedades, siendo este un impuesto con tipos fijos, en concreto del 25%. El inconveniente de la tributación por sociedades es que para el individuo poder disfrutar de los rendimientos obtenidos en la actividad económica implicar tributar por nómina o por los dividendos y al final el efecto fiscal sería más o menos igual.

En cuanto al acceso a financiación bancaria, las sociedades limitadas tienen, en principio, una mayor facilidad para acceder a créditos bancarios, dado que las cuentas de estas sociedades empresariales son más claras y precisas. Aun así, tanto en la sociedades como en las personas físicas, la figura del aval o garantía es determinante para la concesión de préstamos por parte de las entidades.  Lamentablemente, no te lleves a sorpresa si montando una S.L., también te piden avalar personalmente.  Es lógico, sobre todo cuando la sociedad tiene aún poco recorrido.

Es verdad que a partir de un nivel de ingresos, conviene decantarse más por configurar una sociedad que por desarrollar la actividad como persona física ya que en caso de obtener un beneficio por encima de una cifra aproximada de 40.000 €, las implicaciones fiscales que ello supondría para un contribuyente, en caso de ser persona física supondría una mayor tributación. No obstante, la opción referida a las bonificaciones en la declaración de la renta siempre podría condicionar finalmente la decisión de elegir una u otra forma a la hora de iniciar una actividad económica.

Así, pues, según tus circunstancias podrá ser interesante una opción u otra.

Desde ARXON ESTRATEGIA asesoramos a pymes, micropymes y autónom@s para afrontar su estrategia fiscal y mercantil dentro de la legalidad vigente en todo momento.

Si necesitas ayuda o realizar alguna consulta, estamos a tu disposición.  Estaremos encantados de hablar contigo.

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